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Estudios Bíblicos

LA MEDICINA DE DIOS PARA NOSOTROS

Domingo, Julio 19, 2020

Son muchos los cristianos que desconocen las promesas de Dios sobre la sanidad divina; es triste ver a otros negar que Dios sana en estos días y enseñan que la sanidad es cosa del pasado. Jesús cuando estuvo en su ministerio terrenal dio prioridad a la sanidad de los enfermos. Tratar de ignorar este hecho es quitarle la esencia al Evangelio.
El Jesús que sanó ayer, sana hoy. El no ha cambiado, es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Hebreos 13:8

Proverbios 4:20 Hijo mío, esta atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. 21 No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; 22 Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.

Cuando visitamos un doctor, por lo general, nos receta alguna medicina, la cual ingerimos o aplicamos con la esperanza de que nos traiga sanidad a nuestro cuerpo. En algunos casos nos toma mucho tiempo en mejorar o sanar, pero continuamos aplicando la dosis de medicina hasta ver resultados. Muchas de las medicina que usamos solo nos alivian los síntomas mientras nuestro cuerpo se cura a si mismo.

Antes de continuar quisiera advertir que no pretendo sustituir la medicina recetada por los médicos. Algunas personas se preguntan si hay que dejar de tomar medicinas y solo depender de la Palabra de Dios. Usted puede combinar ambas pero solo cuando la sanidad esté manifestada usted puede dejar la medicina recetada por su doctor.

Otros piensan, que si van a un doctor y toman medicina eso es falta de fe o pecado. Dios no está en contra de los doctores, todo lo contrario, toda persona que trae favor y bienestar es bien visto ante los ojos de Dios. La fe nuestra está en Dios no en los doctores ni la medicina ya que hasta la ciencia reconoce que solamente un milagro de Dios puede sanar algunas enfermedades.

Espero que esta aclaración le ayude a comprender la intención de este libro, que no es rechazar la medicina, sino aprender otra alternativa que Dios nos da por medio de Su Palabra que es la medicina de Dios.
LA MEDICINA DE DIOS PARA NOSOTROS

La Biblia nos habla de la medicina de Dios. En el Salmo 107:20 dice:

Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina.

Jeremías 33:6 He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

Proverbios 3:7-8 No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;
8 Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.

Son pocos los creyentes que hacen uso de la medicina de Dios por desconocerla, ya que nunca se les ha enseñado esta verdad bíblica. En este pequeño libro tengo la intención de enseñarle como aplicar la medicina a su vida.

Lo primero que debemos aprender son las escrituras que hablan de sanidad. En este libro he recopilado varias de ellas para crearle un buen fundamento sobre sanidad divina. Debe meditar en la Palabra aprendida hasta que se haga parte de su vida. Me refiero a que la palabra pase de su mente a su espíritu y se haga una verdad revelada así como su nombre. Nadie le puede convencer que su nombre es otro. Muchos poseen verdades en su intelecto pero no en su corazón y cuando hablo del corazón me refiero a lo profundo de su espíritu.

Una verdad no es su verdad hasta que la tiene revelada en su corazón y la pone en práctica. Puede ser la verdad de otro pero no la suya. Cuando una verdad es nuestra la entendemos, la creemos y se hace parte de nuestra vida.

Si cree saber alguna verdad, pero cualquier argumento o circunstancia le hace dudar o cuestionar esa verdad, eso quiere decir que no es su verdad, no está revelada en su corazón.

La forma de aplicar la Palabra de Dios como medicina para nuestro cuerpo es declarándola con nuestra boca. Cuando vamos a los médicos seguimos sus instrucciones confiando que recibiremos la sanidad que fuimos buscando. De la misma forma debemos seguir las instrucciones que nos da la Palabra de Dios para recibir la sanidad que necesitamos.

Algunos cristianos hablan más de la enfermedad y los síntomas que lo que dice la Biblia sobre su sanidad. Es por eso que se les hace difícil recibir sanidad. Un ejemplo de cómo aplicar la medicina de Dios lo encontramos en Salmos 103.

Salmos 103:1 Bendice , alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. 3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;

Aquí encontramos a David hablando a su alma (la mente) y diciéndole que no se olvide de los beneficios que hay en servirle a Dios. Todos acostumbramos a hablarnos a nosotros mismos en forma positiva o negativa. De la misma manera debemos hablarnos las promesas de Dios a nuestra alma y de esa forma estamos tomando la medicina de Dios.

Cuando celebro servicios de sanidad divina me gusta explicarle a los enfermos que hay dos formas para recibir de Dios. Puede ser por medio de un milagro o una sanidad. Muchos son los que reciben oración esperando una total sanidad instantánea, pero si la sanidad ocurre instantánea se convierte en un milagro, ya que el proceso de sanidad es progresivo no instantáneo.

Lo natural de una sanidad es que sea progresiva al no reconocer esta diferencia de lo que es un milagro y una sanidad muchas personas cuando se les ora y no ven resultados inmediatos piensan que no han recibido nada. Si no recibimos instantáneamente cuando oramos es el momento de aplicarnos la medicina de la Palabra y confiar que está haciendo su efecto en la raíz del problema. En ocasiones pueden pasar días, meses y hasta años. Pero si creemos y continuamos meditando y hablando lo que dice la Biblia sin desmayar, Dios confirmará su Palabra y será manifiesta nuestra sanidad.

En Marcos 11:12 se relata un hecho donde Jesús maldice una higuera. Jesús le habló y le dijo: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti”. Todo pareció seguir igual pero las palabras de Jesús estaban haciendo efecto desde la raíz donde no se veía. Pedro al otro día al ver la higuera seca dijo: Maestro mira la higuera que maldijiste se ha secado. Cuando Jesús la maldijo parecía que nada había sucedido, la higuera se veía llena de vida, pero estaba muriendo desde la raíz.

Marcos 11:12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
13 Y viendo de lejos una higuera que tenia hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
14 Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

En ocasiones cuando oramos sucede lo mismo, por los síntomas y la apariencia de la enfermedad parece que nada ha sucedido, pero la sanidad esta comenzando desde la raíz, y en el periodo de tiempo en que se manifiesta por completo la sanidad hay que aplicarle la medicina de Dios, la Palabra. En una ocasión tenia dolores de artritis migratoria que por ocasiones me impedía caminar y dormir por causa de los dolores. Por tres meses estuve confesando la palabra de sanidad a mi cuerpo. Durante ese tiempo parecía que nada estaba dando resultado, los dolores seguían pero yo continuaba aplicando la medicina de Dios sin desmayar hasta que sin darme cuenta todo desapareció y no he vuelto a sufrir más dolores.

La confesión de la palabra trae posesión, hablamos lo que creemos. Si tenemos buen fundamento en la palabra de Dios, esa palabra saldrá por la boca.

Mateo 12:34 !Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas.
36 Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Sus pensamientos son las semillas de medicina para su vida. Las palabras que dice son el método que usted utiliza para sembrar esas semillas que se convierten en medicina para todo su cuerpo.

Las palabras que usted usa establecen su nivel de vida y bienestar.

1 Pedro 3:10 Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua del mal, Y sus labios no hablen engaño;

Su vida siempre estará al nivel de su conversación.

Jesús aprovechó este hecho de la higuera para traer una enseñanza de cómo opera la fe.

Marcos 11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

Otra escritura que explica ésta que acabamos de leer se encuentra en:

1 Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

La fe recibe la contestación de la oración antes de verla manifestada. Algunos operan en la llamada fe del discípulo Tomás que tenía que ver para creer. Pero la fe verdadera cree primero y luego ve.

Juan 20:26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: !!Señor mío, y Dios mío!
29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

La duda y la incredulidad impiden el recibir sanidad.

Santiago 1:6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
Marcos 6:1 Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos.
2 Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?
3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.
4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa.
5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.

ESTO PARTE DE LIBRO ESCRITO POR EL PASTOR: PEDRO COTTO . TITULADO LA MEDICINA DE DIOS PARA NOSOTROS